Aide Olmos me conmueve con sus fotografías. La fotografía es el medio que

tiene finalmente elegido, después de una tentativa por la pintura, para hablar del mundo
y de sí mismo. Su medio de expresión privilegiado.

Se declara incapaz de hablar y escribir bien, precisando que solamente las artes

visuales le permiten expresarse y canalizar toda la energía que siente en ella.

Se trata, en realidad, en su trabajo, esencialmente de autoretratos.

Multiplicidad de expresiones de su cara, situaciones, actitudes, enseñadas de varias
maneras.

Se puede a veces pensar en las imágenes de un sueño, en momentos de vida,en

momentos de emociones, en momentos de sorpresa, de tiempo vivido, que se alinean
juntos, en pedazos de fotografías, y que finalmente toman sentido.

Quizá podría tratarse, (de cierta manera, ya tengo la impresión de ver mi en estas

imágenes) de mi propia historia, pero se encuentra que se trata de suyo.

Hay también una determinada fascinación casi mística, se podría decir, que se expresa

en Aide Olmos en la representación de su cuerpo, del tiempo, de la realidad, y de la
vida, que acompañan placer y sensualidad.

Con esta interrogación:"Que puedes leer en mi alma cuando miras a mis ojos?"

"Y, a cambio, qué puedo esperar de ti?"

Ponerse en escena como lo hace Aide no es cosa más fácil. Esta actitud puede pasar

a veces para el exhibicionismo. Pero aquí, no se trata de eso.

Las expresiones de la cara de Aide no estan nunca seductivas, facilonas, no más

que la representación de su cuerpo no es erótica, provocadora, agresiva.

Esta representación íntima se asemeja más a una invitación para aceptarse y sentir

uno mismo su propia realidad física, sensuale, y espirituale.